Noticias
Este es el país en que resido, pero no constituye ningún hecho aislado sino que forma parte de un embate conservador en Occidente en general y en Latinoamérica en específico. Somos testigos de un paroxismo que amenaza con un retroceso a aquellas eras oscuras de tortura, desapariciones y genocidios flagrantes, impunes y hasta celebrados.
Vivimos tiempos difíciles de resistencia en donde el Oscurantismo se cierne sobre la civilización más que nunca de la mano del dogmatismo, con esa prepotencia característica de la hegemonía. Las personas LGBTI debemos estar más que nunca alertas. El imperativo es resistir, no ceder a los avances y más que nunca, unir fuerzas.
Luchamos contra la hegemonía, contra el postulado de que unos seres humanos valen más que otros. Es una lucha ideológica de raíz pero que a diario supone muertes, vejaciones, sufrimientos. Enarbolamos la bandera de los derechos, que no pueden ser negados ni suprimidos jamás porque son inherentes a la condición humana. “No a los derechos” es decir “sí al privilegio”, es decir sí al despojo de la condición humana por no responder a los paradigmas del poder.
Los argumentos para tales vejámenes residen en dogmas contrarios al emprendimiento científico que pretenden imponer una visión totalitaria y falaz del mundo que nos reducen a todos los seres humanos a simples medios, instrumentos. Si nos niegan derechos a las personas LGBTI, por supuesto se nos niega dignidad además a las mujeres, los indígenas, trabajadores, etc.
Más que nunca la discusión es necesaria; más que nunca hay que atreverse a nombrar las cosas por lo que son. “No a los derechos” es un sí a la violencia, sí al feminicidio de las compañeras trans, sí a la destrucción de las numerosas familias existentes por imponer un modelo único y dogmático de familia, sí a la muerte y tortura de incontables compañeros y compañeras gays, lesbianas y bisexuales cuyo único delito fue amar a alguien de su mismo sexo. También es decir “sí” a la negación a la identidad de las personas trans, “sí” al bullying que provoca tantos suicidios.
¿Queremos alguna teocracia a la medida islámica? ¿Queremos volver a la Edad Media? ¿Retornamos a aquellas épocas en donde era aceptable comprar y vender seres humanos como objetos, en donde las mujeres no éramos humanas sino simples vientres reproductores desechables? El listado podría continuar aún más.
Sencilla y llanamente: Decir NO a los derechos es decir SÍ a la muerte.