Noticias

somosgay

A estas alturas, ya todos sabemos las tristes nuevas. El domingo todos despertamos conmocionados por la masacre ocurrida en Pulse, un bar gay en Orlando. 50 muertos y 53 heridos. El mundo occidental recordando, enfrentando a su peor cara.


Antes de dar rienda suelta a declaraciones inoportunas como las de la senadora Desireè Masi, es necesario comprender por qué el hecho de que se haya perpetrado en un local nocturno popular entre la comunidad LGBT no es casualidad.

 

No es otro tiroteo de los muchos que han sacudido tristemente a EE.UU. en los ùltimos tiempos. Trágicos todos, éste en particular no es un acto terrorista cualquiera. Es un crimen de odio perpetrado por una persona identificada con el ISIS - aún cuando todavía no esté del todo esclarecida si existía una real conexión entre el atacante y la organización- y abiertamente homófoba. No es casualidad citar ambos hechos: Identificarse con una organización que entre muchos otros actos inhumanos se encuentra la ejecución sistemática de gays, basado en las doctrinas del Islam, y la franca animadversión de quien perpetró este ataque hacia la comunidad LGBTI.

 

Pero no es casualidad tampoco la negación de toda lógica al intentar obviar el enlace entre la exacerbación intolerante y el ataque dirigido a nuestras comunidades. Porque admitirlo serìa admitir tambièn el impacto del discurso de odio sostenido por representantes de todos los credos, no solo los resistidos por la opinión pública, sino otros reverenciados como formadores sociales, como lo son los catòlicos y evangélicos. Es imposible desvincular a la homofobia del discurso religioso.

 

Porque mientras el ISIS tira gays desde edificios, aquí cristianos conservadores hacen causa común en la negación sistemática de derechos, o la impunidad en asesinatos de mujeres trans en Paraguay. Porque en Rusia encarcelan llamando a las expresiones de cariño propaganda, aquí la batalla es en cada esquina por solo tomarnos de las manos.

 

Porque aceptar el hecho es condenar a los todopoderosos curas y pastores que desde sus atriles cada domingo justifican, naturalizan y alientan el revanchismo conservador. El mismo revanchismo conservador del cual muchos políticos se sirven para sus propios beneficios. No es casualidad.

 

Que existen musulmanes y cristianos que no comparten las connotaciones homofóbicas de sus santas escrituras nadie lo niega. Que no es justo, en la pelea por la narrativa donde no faltará el discurso xenofóbico de cierta derecha y la justificación obsecuente de cierta izquierda, defensora de DD.HH. aquí pero estrechando manos con el Ayatollah en Irán, meter a todos en la misma bolsa. Mas tampoco es justo posponer una discusiòn urgente acerca de los alcances de la discriminación, y de sus causas. No hemos de generalizar, ni callarnos.Porque la elecciòn del odio no es casualidad.

 

El momento histórico en el que vivimos, más que nunca, nos exige salir a las calles. Nos demuestra por qué debemos sostenernos en la solidaridad con nuestros pares de las comunidades LGBT de toda la región, a través de iniciativas como GayLatino. Por qué necesitamos demostraciones de orgullo, embanderando en el arcoiris de la visibilización demostrando a quienes se empeñan, reacios, lo inùtil de negar la realidad. Por qué nuestra resistencia será desde la reivindicación del amor y la alegrìa, sin que ello significa señalar las injusticias.

 

En esta hora de luto, el por qué de nuestras respuestas y nuestra apuesta al futuro, tampoco es casualidad. Es el mejor homenaje a las víctimas.

Volver