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Ninguna otra orientación ha tenido que defender tanto su existencia como la B en LGBT. Desde la cosificación de la mujer bisexual, como servil al deseo del estereotipo del hombre “macho” heterosexual, hasta la invisibilización del hombre bisexual, quien es categorizado erróneamente como gay. La presencia de la bisexualidad pone en entredicho muchos prejuicios y nos obliga a comprender mejor la sexualidad humana.
Estimada falsamente como “solo una fase”, la orientación bisexual aún se debate entre mitos que estigmatizan a las personas bisexuales como “confundidas”, “hipersexualizadas”, “promiscuas”, “infieles” o simplemente “gente que busca llamar la atención”. De acuerdo a un estudio de la Universidad de Pittsburgh realizado en el 2013, un 15% de las personas no cree que la bisexualidad sea una verdadera orientación sexual.
En un mundo acostumbrado a la bipolarización, a roles de género rígidos impuestos desde las estructuras que ejercen poder, la sexualidad humana es aún la gran perdedora y, en consecuencia, las personas padecen importantes menoscabos en su salud, y por ende calidad de vida. Depresión, abuso de sustancias, menores índices de testeo de VIH y adherencia son solo algunas de las consecuencias de esconder y reprimir la orientación sexual, la identidad de género y la expresión de género de uno.
El Manual LGBT paraguayo nos explica que las personas bisexuales son aquellas que “sienten atracción física, emocional y/o romántica tanto por hombres como por mujeres”. Así mismo, aclara: “no significa que las personas bisexuales mantienen relaciones sexuales con personas de ambos sexos a la vez ni que son promiscuas. De hecho, no es necesario que tengan ningún tipo de relación sexual para identificarse como bisexuales.” Es necesario además mencionar que si bien las personas bisexuales se sienten atraídas tanto por hombres como por mujeres, dicha atracción no tiene porqué darse en la misma proporción.
De igual manera, el misma manual nos aclara el concepto de bifobia, “temor u odio que se siente hacia las y los bisexuales.” El Dr. Brian Dodge, investigador en temas de sexualidad y salud en Indiana University Bloomington, indicó al New York Times que las personas bisexuales padecen mayores índices de depresión, ansiedad, abuso de sustancias, violencia, tendencias suicidas y cuestiones relativas a la salud sexual. El especialista resalta que esto se debe a la discriminación y al estigma aún imperantes en torno a la bisexualidad.
Según la Lic. Yolanda Mujica, psicóloga de la Clínica Kuimba’e, “Los mitos [en torno a la bisexualidad] están basados en ideas preconcebidas, en prejuicios interiorizados social y culturalmente. Su aparición, sea en el ámbito que fuera, es debido a la dificultad de responder a temas que generan controversia o son difíciles de explicar o entender. En este caso y como sabemos, en nuestra sociedad, la sexualidad es un tema del que poco se habla. Nacemos y nos formamos pensando que existen solo dos caminos, el bien y el mal, hombre o mujer, dios o satanás, heterosexual u homosexual; cuando se generan puntos medios, la explicación se torna dificultosa y tendemos a buscar respuestas moldeándolos en esa doble vertiente. Si bien la homosexualidad como un concepto amplio hoy es debatido en numerosos lugares y en diferentes contextos, la bisexualidad genera nuevamente un amplio campo del que muchos aún se resisten a ingresar sumada a la heteronormatividad imperante que divide a las personas en heterosexuales y homosexuales.”
En cuanto a si las y los bisexuales deberían también salir del closet, la psicóloga nos responde: “La importancia radica en el bienestar que pueda sentir la persona, esto está íntimamente relacionado a la necesidad de ser y hacer lo que cada uno es y quiere. Pero no debemos desconocer que en esto siempre entra en juego la sociedad y los tabúes que rodean a la sexualidad que, en este caso particular de la bisexualidad que es doblemente invisibilizada y discriminada. En términos de bienestar general, siempre es mejor que la persona pueda ser como es sin ser juzgada por su orientación sexual.”
La sexualidad humana no se limita a una opción de blanco o negro; en realidad es muy compleja y requiere estudios serios, científicos y libres de los dogmas impuestos desde las diferentes esferas del poder. “La sexualidad humana es un término bastante amplio, nacemos sexualizados”, enfatiza la profesional de la salud, “el ser humano es un libro abierto en temas relacionados a la sexualidad, tanto la heterosexualidad como la orientación sexual gay o lesbiana son medios para obtener placer y en cada una de esas orientaciones se tramitan cuestiones tanto homosexuales como heterosexuales, por más seguro que uno esté de su orientación sexual.”
La psicóloga nos resalta: “La bisexualidad debe ser entendida como una disposición originaria, es decir, todas las personas, sea de la orientación sexual que fuere, tienden a placeres masculinos como femeninos. De una forma un poco acotada podemos decir que todos nacemos bisexuales, los bebés pueden sentir placer indistintamente del sexo de las personas que lo cuidan.”
La bifobia, que además se traduce en una caricaturización, invisibilización y desestimación de las personas bisexuales, reviste una importancia especial porque refleja el desconocimiento imperante en nuestras sociedades sobre la misma sexualidad de nuestra especie. En pleno siglo XXI aún sostenemos mitos enquistados -heteronormatividad, entre otros- que nos impiden conocernos y que suponen importantes trabas para el ejercicio pleno de nuestros derechos humanos.
La diversidad es inherente a la naturaleza humana, somos diferentes pero iguales, y en eso consiste la bandera arcoiris que enarbolamos.
Si necesitás ayuda y sos bisexual, la Clínica Kuimba’e ofrece atención psicológica, sin costo y libre para toda la comunidad.
Sobre la Lic. Yolanda Mujica:
Licenciada en Psicología, con Especialización en Orientación Educacional, por la Facultad de Filosofía de la Universidad Nacional de Asunción. Año 1986. Especialización en Psicología Clínica por la Facultad de Filosofía de la Universidad Nacional de Asunción. Año 1988. Con formación académica en Psicoterapia de pareja y familia, Derecho Penal y Derecho Procesal Penal, Victimología, Antropología Aplicada. Ejercicio profesional en consultorio Clínico hasta la fecha. Miembro del Departamento de Psicología y Psiquiatría de la Penitenciaría Nacional de Tacumbu (1989/1993). Directora de la Dirección de Asistencia a Víctimas del Delito, del Ministerio Público (1994/2001). Docente en la Facultad de Filosofía de la Universidad Nacional de Asunción y en varias Universidades Privadas. Coordinadora del equipo de atención a víctimas de Violencia Doméstica en la Organización Mujeres por la Democracia (2008-2012). Atención psicológica en la clínica KUIMBA’E 2013 hasta la fecha. Fundadora del Centro de Estudios Victimológicos (CEVIC).