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Paraguay está viviendo preocupantes crisis humanitarias: en apenas 24 horas se reportaron cuatro feminicidios. Además, los crímenes de odio contra los pueblos indígenas están en aumento. De estas poblaciones, son siempre les niñes y adolescentes quienes más sufren.
Estos crímenes de odio contra las mujeres, cis y trans, así como contra las personas indígenas tienen su origen en la deshumanización: la misoginia y el racismo que es promovido por acción y omisión de las instituciones del Estado, poderosos sectores corporativos y los medios de comunicación. No en vano se ha reducido el presupuesto a ministerios como el Ministerio de la Mujer, el Ministerio de la Niñez y Adolescencia y existe una fuerte oposición a una educación sexual integral y, por extensión, a una educación pública, gratuita, científica y de calidad en el país. Desde el Estado y los poderes fácticos, entre ellos los medios, se sigue promoviendo la masculinidad violenta, el sometimiento y la negación de derechos a las mujeres, indígenas así como a la niñez y adolescencia.
El avance de los movimientos ultraconservadores y fundamentalistas, en su activa agenda antiderechos, buscan disciplinar a las mujeres y acabar con poblaciones como los pueblos indígenas. Cabe señalar aquí el modelo económico extractivista que expulsa y asesina a indígenas para robarles sus tierras y someterles a vivir en situación de calle en las ciudades, en donde sufren el racismo, trata de personas, crímenes de odio y numerosas formas de violencia.
Paraguay aún no ha salido de la herencia de la dictadura fascista, más aún en un gobierno que reivindica abiertamente el régimen estronista, encabezado nada menos que por un heredero del stronismo. El discurso de la agenda política sigue siendo misógino, racista, contrario a los derechos humanos, a la educación, a la clase trabajadora, promoviendo la masculinidad castrense con su lógica de violencia, exterminio y sometimiento.
Es importante además señalar que en un país con ciudades falsamente declaradas “provida” y “profamilia”, medidas encaminadas más bien a luchar contra los derechos de las mujeres y las personas LGBTI desde los fundamentalismos, es la niñez y la adolescencia la más expuesta a vivir en situación de calle, en la pobreza, y a padecer violencia de todo tipo. Francisca Araújo Cáceres, niña indígena de 12 años brutalmente asesinada hace pocos días, es muestra de ello.
Lo que está aconteciendo en Paraguay con los pueblos indígenas tiene un nombre: es genocidio, y está siendo promovido desde las mismas instituciones estatales y los poderes fácticos.
Además, la intersección de opresiones y violencias ejercidas desde el Estado paraguayo está generando una epidemia de feminicidios: a las mujeres paraguayas se las está asesinando porque se está impulsando activamente la desigualdad y la violencia de género así como el retroceso de derechos.
En medio de este proceso deliberado de exterminio, es la niñez y adolescencia la más afectada y son quienes más padecen la brutalidad de este proceso de acumulación y dominio sostenida también en los fundamentalismos religiosos.
Ante estas situaciones de emergencia, exigimos a las autoridades un plan inmediato de acción para combatir y prevenir los feminicidios así como un plan de acciones concretas y urgentes para proteger a los pueblos indígenas, sus derechos y sus tierras.
Exigimos también a los medios de comunicación una práctica responsable y ética, además de la incorporación de la perspectiva de género y de derechos humanos para detener la violencia mediática ejercida contra las mujeres.
En SOMOSGAY reafirmamos nuestro compromiso con la construcción de una cultura de paz, libertad e igualdad basada en el respeto a la dignidad humana universal, y reivindicamos una sociedad libre con leyes basadas en derechos humanos universales, sin exclusiones ni discriminaciones de ningún tipo.