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La visibilización del amor es clave para que las personas LGBT seamos vistas como seres humanos. Y como personas, somos sujetos de derechos. Por eso nos besamos. Porque estamos convencidos de que solamente el amor triunfará sobre el odio.


El Besatón es la actividad quizás más importante para SOMOSGAY porque allí las personas LGBT tenemos la oportunidad de humanizarnos, de salir a las calles, a la vía pública, a manifestarnos contra los atropellos cotidianos a nuestros derechos. Contra la violencia homofóbica, lesbofóbica, bifóbica y transfóbica que día a día cobra vidas y ciega familias. Pero nosotros no nos manifestamos con odio ni rencor. Al contrario, nosotros enarbolamos el amor. Conquistamos las calles besándonos, un derecho que las parejas heterosexuales tienen todos los días pero del que sin embargo carecemos las parejas gay o lésbicas.

 

Un beso no puede ser escándalo cuando día a día tenemos índices alarmantes de violaciones, feminicidios, embarazos adolescentes y crímenes de odio hacia el colectivo trans. Un beso no puede ser escándalo cuando incontables familias cotidianamente son separadas por el odio. Familias que sufren la discriminación por no amoldarse al modelo violento de familia única que proponen los sectores retrógradas. ¿Quiénes verdaderamente están en contra de la familia? ¿de la vida? ¿del amor?

 

 

No es exhibicionismo. No es una obsesión con la genitalidad como falsamente se aduce desde el sector que quiere evitar discusiones políticas y científicas y propone hablar desde el púlpito. La discriminación es pública, viene desde el Estado, sus instituciones, las cuales nos privan de derechos. Nuestra respuesta por ende es pública. Recuperamos la vía pública que la dictadura nos privó. Salimos a mostrar nuestros verdaderos rostros. No somos monstruos. Somos seres humanos. No hablamos de odio. No pedimos que le resten derechos a otras personas. Queremos derechos para todos. Hablamos de amor. De humanidad. De derechos humanos. De diversidad. De familia. De vida.

 

“Todos los habitantes de la República son iguales en dignidad y derechos. No se admiten discriminaciones. El Estado removerá los obstáculos e impedirá los factores que las mantengan o las propicien. Las protecciones que se establezcan sobre desigualdades injustas no serán consideradas como factores discriminatorios sino igualitarios”, reza la Constitución Nacional en su artículo 46. Asimismo el artículo 24 expresa: “Quedan reconocidas la libertad religiosa, la de culto y la ideológica, sin más limitaciones que las establecidas en esta Constitución y en la ley. Ninguna confesión tendrá carácter oficial.”

 

Exigimos un debate por ende político. Un debate en el marco del Estado laico en donde podamos hablar de políticas públicas. En donde primen los argumentos científicos, lógicos y jurídicos. En donde por fin pongamos los derechos humanos en alto.

 

Paraguay no es una isla por más que muchos se empeñen en ello. Paraguay es parte del mundo. Este país no puede ser una teocracia con ciudadanos de segunda.

Paraguay es una república de libres e iguales.

Necesitamos de manera urgente un debate a la altura del mundo y de la historia. Ya sin miedo de hablar de derechos, de reclamar lo público.

 

 

Por eso nos besamos, porque nuestra sociedad estuvo inmersa en décadas de odio, desapariciones, exilios, violencia. En donde las personas LGBT sufrimos hasta el día de la fecha agresiones, asesinatos, discriminaciones. Nos quieren encerrar, nos quieren a escondidas como si fuésemos desechos. Nuestra respuesta es mostrarnos, como seres humanos que somos. Y devolver amor a tanto odio porque solo así tendremos una sociedad más saludable, más justa, pacífica e inclusiva.

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